El faláfel o falafel es una croqueta de garbanzos o habas cuyo origen se remonta a los tiempos de la Biblia y se originó en algún lugar del subcontinente indio. Actualmente se come en India, Pakistán y Oriente Medio. Tradicionalmente se sirve con salsa de yogur o de tahina, así como en sándwich, en pan de pita o como entrante.
A pesar de que su origen es incierto, se cree que es original de la India, donde se cocinó en un pan con especias amargas. La palabra "falafel" viene de la palabra árabe filfil, que significa pimiento, y probablemente del sánscrito pippalī. El faláfel (al menos al estilo de Oriente Medio) está hecho con habas, garbanzos o una combinación de ambos. La variante egipcia, llamada ta`miyya, emplea exclusivamente habas, mientras que otras variantes emplean exclusivamente garbanzos. Lo que hace diferente al faláfel de otras empanadillas, es que las habas o garbanzos no se cuecen: simplemente se ponen en agua hasta que se ablandan y luego se trituran (se les puede quitar la piel antes) mezclados con perejil y ajo, principalmente, para formar una pasta. Con esa pasta se hacen unas bolas achatadas que se fríen en abundante aceite. En ocasiones puede utilizarse también harina de garbanzo para dar más consistencia a la mezcla.
Por otra parte, las tendencias culinarias han provocado el triunfo del faláfel de garbanzo sobre el faláfel de haba. Los faláfel de garbanzo se sirven a lo largo de Oriente Medio y se han popularizado gracias a expatriados de esos países. En concreto, bien se puede decir que los expatriados israelíes han jugado un papel crucial en la popularización del falafel de garbanzo.